Proponemos concebir la etnografía como un ensamblaje de dispositivos de campo: técnicas relacionales, dispositivos de registro… el concepto de dispositivo pretende llamar la atención sobre la espacialidad y materialidad específicas que demandan las situaciones etnográficas. Los dispositivos de campo son arreglos singulares que hacen posible el encuentro etnográfico, surgen de la inventiva relacional del campo y nos hablan de los mundos sociales investigados al mismo tiempo que dan cuenta del esfuerzo inventivo de las antropólogas por investigarlos.
La antropología ha consagrado la observación participante como la práctica y el descriptor paradigmático de su actividad en el trabajo de campo. Sin embargo, sabemos que en las situaciones empíricas las antropólogas hacen siempre mucho más que observar y participar, el trabajo de campo es siempre mucho más amplio y diverso. Los antropólogos han producido registros visuales de tipos diversos desde los momentos iniciales de la disciplina (usando fotos, cine, ilustración, etc.) o han realizado experimentos con sus interlocutores. Si atendemos a la historia de las últimas cuatro décadas, veremos además que la etnografía ha transformado considerablemente sus modos relacionales. La propuesta de etnografías multi-situadas, por ejemplo, es una respuesta a la geografía compleja de las relaciones de un mundo globalizado (Marcus, 1995). La incorporación de todo tipo de tecnologías digitales en el trabajo de campo reconoce nuevos ámbitos y tecnologías a través de las cuales las personas se relacionan (Hine, 2000), mientras que las invocaciones recientes a la experimentación evidencian un intento por explorar trabajos de campo cuya relacionalidad es tentativa y abierta a sus imprevisibles demandas (Marcus, 2014). La etnografía, vemos, se encuentra obligada a reformular sus modos de relación en el campo: a través de geografías dispersas, mediante tecnologías digitales o en exploraciones tentativas. Como han señalado Georges Marcus y James D. Faubion (2009): el trabajo de campo ya no es lo que era.
Esos cambios no se han producido todos al mismo tiempo ni se ejecutan de manera simultánea. En ocasiones cambia la forma de registro (que se hace visual), en otra los cambios ocurren en las interacciones sociales (que se tornan digitales) o en los modos sensoriales (que no dependen solo de la visión). Una manera más sutil y matizada de comprender estos cambios es reconocer que los métodos, como por ejemplo el etnográfico, están siempre compuestos por técnicas y tecnologías muy diversas. La etnografía combina (según la ocasión y circunstancias) la observación participante, la entrevista (formal e informal), en ocasiones el análisis documental y la investigación de archivo, así como una técnica de registro (el diario de campo) muy particular. Además de esas técnicas de investigación encontramos las tecnologías relacionales que he mencionado previamente: rapport, confianza…
Todo un conjunto de técnicas que conforman la etnografía. Podríamos entonces concebirla como un ensamblaje, si lo queremos llamar de esa manera, de técnicas diversas o lo que me gustaría llamar dispositivos de campo. Dispositivos etnográficos que en ocasiones están estandarizados, pero otros dispositivos de campo que son el resultado, precisamente, de nuestras relaciones en el campo. Enseguida podemos establecer esa distinción, pero antes consideremos detenidamente el concepto de dispositivo. Consideremos el caso de una entrevista convencional, por ejemplo. Su realización requiere que el investigador disponga un determinado momento y lugar para establecer un diálogo con la persona entrevistada, una situación donde el rol de cada uno está claramente dispuesto: uno habla y el otro pregunta. El investigador probablemente tendrá un cuestionario (fijo u orientativo) y grabará lo dicho para ser utilizado posteriormente. La situación está dispuesta de una forma muy definida en términos espaciales, materiales y relacionales, algo que John Law y Evelyn Ruppert (2013) tratan de evidenciar al describir los métodos como dispositivos que “ensamblan y disponen el mundo en patrones sociales y materiales específicos” (Law y Ruppert, 2013: 230). El caso de la entrevista formal es paradigmático: supone un encuentro espacio-temporal que es dispuesto por la antropóloga, de manera que se produce una relación entre dos personas, con roles específicos, que se desarrolla como una conversación pautada que implica la participación de una tecnología material (grabadora).
La antropóloga Frances Densmore, en una grabación realizada al Blackfoot chief Mountain Chief para el Bureau of American Ethnology en 1916. Su trabajo a principios del siglo XX se interesó por la música de pueblos nativos americanos. Durante cinco décadas se dedicó a registrar y preservar la música tradicional para el Bureau of American Ethnology (BAE), institución fundada a finales del siglo XIX para albergar todo tipo de archivos y documentos relacionados con los pueblos nativos de Norteamérica. El BAE daría lugar, como parte de la Smithsonian Institution, al National Anthropological Archives de Estados Unidos. Esta foto es significativa porque ilustra, en toda su artificiosidad, la manera como antropólogas, y antropólogos, han producido siempre el conocimiento antropológico. La imagen nos muestra un enorme contraste entre Densmore y el Blackfoot chief, cada uno de ellos vestidos de manera muy diferente, pero, sobre todo, atentos asuntos distintos: el jefe con la mirada perdida mientras Densmore se afana en algún aspecto del gramófono. Una situación que evidencia cómo los encuentros empíricos son siempre el resultado de disposiciones que articulan la posibilidad de una relación social (Library of Congress, imagen en dominio público).
Muchas etnografías contemporáneas recurren, sin embargo, a disposiciones para la investigación antropológica que no son tradicionales ni están estandarizadas. Consideremos, por ejemplo, el proyecto The Asthma Files, desarrollado por Kim Fortun, Mike Fortun y una serie de colaboradores para el estudio social de la afección del asma y otras afecciones respiratorias (Fortun et al., 2014). Un diseño de investigación para un proyecto de este tipo plantearía probablemente el desarrollo de un trabajo empírico localizado en un servicio de neumología de un hospital, o como alternativa podría plantearse un proyecto en colaboración con una asociación de afectados por el asma. Los Fortun y sus múltiples colaboradores han diseñado, en cambio, una plataforma digital (The Asthma Files) en la cual están involucrados pacientes, médicos, expertos diversos y diseñadores de software.
The Asthma Files (el sitio web, si queremos decirlo de esa manera) no tiene el propósito de publicitar la investigación o simplemente presentar resultados sino servir como infraestructura para el trabajo conjunto de los participantes. A través de ella los participantes pueden relacionarse: estar en contacto, trabajar, compartir datos y realizar análisis compartidos a partir de la infraestructura de archivo que han diseñado conjuntamente, como argumentan los autores, la plataforma “conecta a investigadores de forma novedosa, permite nuevos tipos de análisis y visualización de datos, y anima la implicación de los investigadores con problemas públicos y diversas audiencias” (Fortun et al. 2014: 634).
Los autores conceptualizan y describen el proyecto como una etnografía que experimenta con el estatus del material empírico que comparten a través de Internet los participantes: “En un sentido amplio, el género del archivo y la estructura de archivos de The Asthma Files son experimentos con la tecnología y la textualidad, que permiten trabajar en pos de configurar análisis etnográficos sintonizados con los problemas complejos y las cambiantes condiciones de producción”. Frente a los trabajos de campo de corte naturalista donde la antropóloga participa en un sitio dado, en el caso de The Asthma Files, la etnografía se desarrolla mediante el diseño de una infraestructura digital que construye el campo etnográfico y forma parte constitutiva de este. Una infraestructura que es tanto parte integral del equipamiento para la producción de conocimiento antropológico como constitutiva al mismo tiempo del objeto de reflexión del proyecto.
Una imagen de la infraestructura digital de The Asthma Files.
Los dispositivos de campo llevan un paso más allá las maneras disponer las situaciones empíricas tradicionales de la etnografía ante los desafíos que nos plantea la contemporaneidad, recurriendo para ello a la inventiva relacional que emerge en el campo. Podemos pensar entonces en la etnografía como un ensamblaje de múltiples dispositivos, la mayor parte de los cuales son técnicas y metodologías estandarizadas: observación participante, entrevistas, diarios de campo, rapport, etc. Pero además, la etnografía se ensancha gracias a la inventiva que cristaliza en dispositivos de campo.
Los elementos fundamentales de la etnografía, tal y como son reproducidos por el canon de manuales e introducciones metodológicas, nos hablan de un conjunto de técnicas que han permanecido invariables durante décadas y que se mantienen en cualquier geografía: observar, participar, generar rapport, mantener una presencia prolongada, realizar la escritura de un diario… Los métodos nos ofrecen tecnologías de la relación estándares que pueden (y muy a menudo deben) ser utilizadas en cualquier contexto. Los dispositivos de campo, en contraste, son logros situados, productos singularísimos de cada proyecto etnográfico: disposiciones espaciales y materiales específicas, géneros y prácticas documentales, infraestructuras materiales…
Lo dispositivos de campo, en cambio, presentan algunas particularidades con respecto a las técnicas estandarizadas de la etnografía. Hay dos aspectos que revelan su carácter distintivo: primero, no son estándares pues resultan de ejercicios de inventiva situada en el trabajo de campo, y segundo, no son simples técnicas que se aplican al campo sino que resultan de él. Como vemos en el caso de The Asthma Files, no se trata de técnicas estandarizadas (y probablemente tampoco son estandarizables ni aspiran a serlo) porque son, ante todo, el resultado de gestos de genuina inventiva, tanto del etnógrafo como de sus contrapartes.
La idea de los dispositivos de campo nos permite re-leer gestos pequeños y grandes invenciones de todo tipo de etnografías que diseñan (en ocasiones de manera improvisada) las disposiciones necesarias para establecer la relación con sus contrapartes. Recordemos, por ejemplo, cuando Lila Abu-Lughod (2004) se sienta con las mujeres egipcias de su etnografía a ver telenovelas: genera de manera muy natural las condiciones para penetrar en la vida social y la cultura del mundo rural. Cuando Laura Bohannan (1996) se reúne en la época de lluvia a narrar la historia de Hamlet entre los Tiv abre a discusión (y al desacuerdo) una obra literaria y genera las condiciones para problematizar toda una serie de pre-concepciones culturales inscritas en ese texto. Son dos casos en los que el trabajo de campo resulta posible gracias a esas disposiciones particulares que se expresan en lo que llamamos dispositivos de campo.
Los dispositivos de campo son pues el resultado de la inventiva etnográfica, pero hay algo más en ellos: han sido co-diseñados en el campo, pero son también objetos empíricos que proceden del campo y proporcionan conocimiento sobre este. Si nuestras técnicas son tradicionalmente instrumentos para la producción de conocimiento etnográfico, los dispositivos son también objetos etnográficos. Los dispositivos de campo son efectos relacionales, por ello tienen una doble condición etnográfica: nos hablan de los mundos sociales investigados al mismo tiempo que dan cuenta del esfuerzo inventivo de las antropólogas por investigarlos. Los dispositivos de campo son elementos constitutivos del campo que diseñan, por ello su diseño implica la producción de conocimiento sobre los sitios investigados.
Referencias
Abu-Lughod, L. (2004). Dramas of Nationhood: The Politics of Television in Egypt. Chicago: University of Chicago Press.
Bohannan, L. (1996). Shakespeare en la selva. In H. Velasco (Ed.), Lecturas de antropología social y cultural. La cultura y las culturas (pp. 83- 93). Madrid: UNED.
Faubion, J. D., & Marcus, G. (Eds.). (2009). Fieldwork is not what it used to be. Learning Anthropology’s Method in a Time of Transition. Ithaca, NY: Cornell University Press.
Fortun, K., Fortun, M., Bigras, E., Saheb, T., Costelloe-Kuehn, B., Crowder, J., et al. (2014). Experimental ethnography online. The asthma files. Cultural Studies, 28(4), 632–642.
Hine, C. (2000). Virtual Ethnography. London: SAGE.
Law, J., & Ruppert, E. (2013). The Social Life of Methods: Devices. Journal of Cultural Economy, 6(3), 229-240.
Marcus, G. E. (1995). Ethnography in/of the World System: The Emergence of Multi-Sited Ethnography. Annual Review of Anthropology, 24, 95-117.
Marcus, G. E. (2014). Prototyping and Contemporary Anthropological Experiments With Ethnographic Method. Journal of Cultural Economy, 7(4), 399-410.
Fuente: Elaborado partcialmente a partir de la publicación Adolfo Estalella y Tomás Sánchez Criado (borrador). Acompañantes epistémicos: la invención de la colaboración etnográfica (PDF). In G. Dietz, A Colin & A. Álvarez Veinguer (Eds.), Investigaciones en movimiento: etnografías colaborativas, feministas y decoloniales. Buenos Aires: CLACSO.
IMAGEN DE CABECERA: Imagen de uno de los prototipos iniciales del proyecto En torno a la silla, donde se proponía hacer un kit para una silla de ruedas que construyera la silla de ruedas como “ágora que crea ágora”. Tomás colaboró en este proyecto como etnógrafo-documentalista, contribuyendo a través de la curadoría de las distintas plataformas digitales del colectivo, contribuyendo a los procesos de “problematización conjunta” (pensar o conceptualizar de forma colaborativa desde y en el hacer, así como plantear conjuntamente problemas sobre las formas de fabricación existentes). Esta implicación etnográfica tuvo un impacto en el proyecto En torno a la silla, en tanto que esa documentación y reflexión pasaron a ser un problema compartido. En ese proceso, En torno a la silla se convirtió en un dispositivo etnográfico en torno al relacionarse para relatar y relatar para relacionarse. Un dispositivo desde el que problematizar junto con diferentes acompañantes epistémicos el diseño participativo de tecnologías de cuidado